Esta pieza surge a partir del sismo de septiembre de 2017 en la Ciudad de México, en donde varios edificios quedaron reducidos a escombros. Las varillas expuestas de los edificios dejaban en evidencia la fragilidad de las estructuras humanas y de la existencia misma. Esta composición, inspirada en el minimalismo, presenta líneas y volúmenes en diálogo. La varilla atraviesa la roca, que se presenta como símbolo de permanencia y funciona como testigo imperturbable de una carne en decadencia, representada por masa de maíz, el cuerpo de lxs humanxs, según la tradición prehispánica.