Esta pieza es el resultado de una serie de procesos que forman parte de la naturaleza de la técnica de vaciado, la cual fue escogida por la potencia conceptual del proceso mismo. La investigación giraba en torno a la cueva como hueco en la superficie de la tierra, como pliegue y concavidad que genera un espacio. Se buscaba reflexionar sobre este espacio negativo.

La cueva como índice de permanencia, es en realidad matriz de transformación, evidencia de la plasticidad y liquidez de lo sólido por excelencia: la roca. El fenómeno kárstico, o la formación de relieve invertido, se da por la corrosión de los macizos calcáreos o por erosión de los ríos subterráneos que modelan el interior de la caverna.

El primer paso consistió en la realización de una serie de cuevas artificiales en un bloque de poliestireno expandido, utilizando solventes. Posteriormente se realiza un molde del espacio positivo, quedando este como negativo, por tanto el espacio negativo es ahora lleno y el positivo existe como potencia. Hecho el vaciado, es necesario destruir el molde que contiene esa forma y permanece la petrificación del volumen original. Para esto fue necesario derretir bronce sólido a líquido y vaciarlo, el cual al enfriarse queda sólido de nuevo. Todo este proceso me interesaba mucho como juego de transformación de materia y transformación de espacio contenido en continente y viceversa.